[...] Cuando los trazos de tinta son desesperados / el niño quería escribir una palabra / que nadie hubiera pronunciado nunca / y nombrara manzanas / e invocara la lluvia como los sioux / que llevan en su nombre / un animal salvaje / y clavaban un cuchillo
en la faz de la tierra / para invocar la lluvia o ahuyentarla / según si el filo apuntaba a la nube / o a los ríos subterráneos / El fuego no es el fuego pero quema / es apenas el destello del atardecer/ hacer arder la apariencia / crepita.
Eduardo Langagne